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Vecinos y organizaciones ambientales protestaron contra el show de luces en el Botánico

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«Parque sí, circo no», fue el lema que los manifestantes levantaron para protestar por el uso privado de este espacio público y por el impacto ambiental que produce en la flora y la fauna del lugar el espectáculo inmersivo.

Cientos de vecinos, vecinas y organizaciones ambientalistas realizaron ayer domingo un abrazo simbólico al Jardín Botánico Carlos Thays, del barrio de Palermo, para protestar por el uso privado de este espacio público y por el impacto ambiental que produce en la flora y la fauna del lugar el espectáculo inmersivo y lumínico Secret Garden, que se extenderá por todo el mes de julio.

Los manifestantes se convocaron en la puerta principal del predio, en la avenida Santa Fe 3951, donde se colocaron uno al lado del otro y aplaudieron al grito de «parque sí, circo no», lo que llamó la atención de los cientos de visitantes del Botánico.

«Queremos llamar la atención acerca del impacto negativo que tiene este evento privado respecto al patrimonio y la infraestructura del Jardín. Nos preocupa el impacto sobre la flora y la fauna, y también que se use el espacio público con fines privados», dijo a Télam Marcelo Magadan, uno de los organizadores y firmante de la carta abierta que publicaron la semana pasada ambientalistas y defensores del patrimonio en contra de la muestra.

«El canon que paga la empresa al Gobierno de la Ciudad es de poco más de tres millones de pesos y acá vendieron alrededor de 30 mil entradas a un promedio de 4 mil pesos, son 120 millones de pesos de recaudación. Remediar el lugar cuando termine el evento sale más caro que lo que pagaron», denunció Magadán, y recordó que Secret Garden «no contó con la aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos».

María José Lubertino, ex legisladora porteña e integrante de la Red de Defensoras del Ambiente y el Buen Vivir, es vecina del Jardín Botánico y se acercó para protestar «contra la mercantilización de los espacios públicos». «Este show es una apropiación ilegal del espacio público, donde se supone que es un lugar de conservación. Necesitamos que el espacio verde se mantenga, esta muestra afecta a los seres vivos del parque», aseveró, y criticó que «no hubo audiencia pública ni estudios de impacto ambiental» para montar el evento.

En la página web del Gobierno porteño se asegura que con Secret Garden «el Jardín Botánico de Buenos Aires se transforma en un museo lumínico». «En Secret Garden el público irá descubriendo diferentes instalaciones en un viaje conceptual que mezclará elementos y símbolos universales como la vida, la naturaleza, la biodiversidad, el espacio, la música, el amor, la reflexión, los pensamientos, los astros y el arte. Los visitantes recorrerán 18 postas inmersivas, tanto visuales como auditivas que incluyen instalaciones artísticas lumínicas, sorprendentes videos mappings, figuras gigantescas, proyecciones, instalaciones de luces LED, de neones y actividades interactivas», explica la descripción.

Isabel, vecina del barrio, criticó que «se han apropiado de un patrimonio cultural que es nuestro», y aseguró que «el show de luces y sonidos altera el funcionamiento del ecosistema».  «Cobran entrada, tampoco me parece bien. El Botánico es un pulmón, no sé con qué fines hacen toda esta movida, no sabemos para qué va este negocio», se preguntó. Pedro, vecino de Caballito se acercó al Botánico para manifestarse, recordó que «acá me traían a pasear cuando era chico, es un parque es muy importante no sólo para la Ciudad sino para el país».

Tras el abrazo en las afueras del Botánico, los manifestantes entraron al parque para comentar sobre esta iniciativa a los visitantes. Romano, integrante del colectivo Parque Cultural Estación Colegiales, dijo que «en lo personal no estoy de acuerdo con los negocios privados en tierra pública y esto es más complicado porque la invitación se hace a la ciudadanía desde las propias autoridades del Gobierno de la Ciudad». «Me parece una locura cobrar una entrada de 4500 pesos en un espacio público. No es la primera vez que sucede, y por suerte esta vez se visibilizó», dijo a Télam.

«Estamos en un momento crítico con respecto al cambio climático, la defensa de los espacios verdes es fundamental, los árboles cumplen un rol. Estamos en la avenida Santa Fe, una de las más transitadas de Buenos Aires y si caminas acá adentro dejás de escuchar el ruido del tránsito, eso ya te dice mucho», opinó Marcela.

En marzo, el Jardín Botánico Carlos Thays fue seleccionado por la Agencia de Protección Ambiental como el primer «refugio climático» de la Ciudad de Buenos Aires porque que en su interior y en sus veredas registra en promedio 4.8 grados menos que en sus alrededores, según la Secretaría de Ambiente.

Con sus 7 hectáreas, con más de 6 mil especies de árboles y plantas autóctonas, el parque constituye uno de los principales espacios verdes de la zona y ofrece protección durante los eventos de temperaturas extremas, que serán más frecuentes debido al cambio climático. Los refugios climáticos son espacios que le brindan a la población un lugar confortable y fresco durante eventos de temperaturas muy altas.