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El Pasaje Rivarola en la Ciudad alcanzó su identidad por su arquitectura en espejo

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Allá por 1924 se creó el pasaje Rivarola con edificios idénticos enfrentados en ambas veredas que poseen locales, oficinas y viviendas; cuál es el precio de las propiedades en esta calle que se convirtió en un punto turístico único dentro de la heterogeneidad de la Ciudad

En una Ciudad con diversidad de estilos, como lo es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la simetría entre las construcciones no es fácil de observar. Aunque , una de las  excepciones entre los 48 barrios porteños tiene espacio en pleno macrocentro del distrito: allí se encuentra la única cuadra en la que las propiedades se encuentran espejadas entre sí. Es el pasaje Dr. Rodolfo Rivarola, que une las calles Juan Domingo Perón y Bartolomé Mitre, un rincón de silencio y estilismo en medio del paisaje  urbano. En tanto, algunos de los residentes llegaron de incógnito, pero hay quienes buscaron precisamente alquilar o comprar en justamente estos 100 metros únicos.

Asimismo, los ocho antiguos edificios, conectados por cuatro cúpulas, conviven con comercios históricos, y todas las fachadas cuentan con  una réplica enfrente.

Así, el efecto se acrecienta al recorrer el pasaje ya que  se trata de una calle angosta, que atraviesa una manzana del barrio porteño de San Nicolás.

“El pasaje tiene algo muy inusual en la arquitectura de Buenos Aires: la homogeneidad. La Capital Federal es heterogénea, con edificios de distintas alturas, fachadas y antigüedad porque se construyó en momentos distintos. En cambio, en Rivarola ves algo perfecto en el mismo momento y lugar”, indica Emiliano Espasandin, arquitecto de la Universidad de Buenos Aires y magíster en Arquitectura y Urbanismo en SCI-Arc, Estados Unidos.

Asimismo, el especialista comenta que los edificios de planta baja y cinco pisos se encuentran  construidos con el manual de la arquitectura francesa del siglo XIX: inspirada por el estilo racionalista o moderno que desarrolla un uso funcional del espacio y de la distribución de los elementos y el neoclasicismo. Asimismo, comenta que las construcciones en el pasaje son un reflejo de lo que se ve en París: un tejido urbano homogéneo.

El el año 1924 se empezó a construir el pasaje, cuando la compañía de seguros La Rural, fundada en 1894 y propietaria de esos  terrenos, llevó adelante  el trazado de la calle y edificaciones solo para alquilar departamentos. En tanto, esa era una característica de los inmuebles que se construían en la época, ya que la ley de Propiedad Horizontal que regía  hasta 1948 dictaba que estas construcciones únicamente  podían destinarse a las inversiones para conseguir alquileres  a cambio.

Sin embargo, el master plan fue innovar en la estructura urbana con el desarrollo  de ese  nuevo pasaje. Asimismo, para el especialista, esta cuadra rompe con las reglas de la Ciudad en cada aspecto que puede. “No es menor que el edificio se haya hecho en un pasaje: casi una trampa en la grilla que le saca el jugo a la manzana clásica de 100 varas por 100 varas y la subdivide en dos para agregar dos frentes más y que aparezca el pasaje; es muy interesante”, indica. En tanto, desde su mirada, el conjunto de edificios mellizos no tendría tanta magia si no estuviese construido sobre una calle angosta.

Por otro lado, el diseño fue obra del estudio de arquitectos Petersen, Thiele y Cruz, cuyos nombres se encuentran grabados en la fachada de cada uno de los edificios que constituyen  la cuadra. A la vez, la construcción,, finalizó en 1926 y fue ejecutada por la empresa alemana Geopé (Compañía General de Obras Públicas SA), responsables de otras edificaciones emblemáticas de la Ciudad como el estadio de Boca Juniors, el Obelisco, el Correo Central y el Colegio Nacional de Buenos Aires.

En tanto 30 años pasaron hasta que el decreto N° 13.929 estableció  que la calle modifique su  nombre de La Rural, como se había denominado, a Dr. Rodolfo Rivarola, en conmemoración al centenario del nacimiento del abogado, docente, filósofo y magistrado  argentino.

Recién en los años 90  la zona que abarca este pasaje y el de La Piedad -situados a dos cuadras de distancia- se declaró como área de Protección Histórica (APH). “La homogeneidad edilicia de ambos pasajes, así como las cualidades arquitectónicas y ambientales que los caracterizan, creando ámbitos silenciosos en el contexto de un área céntrica, contribuyen a asegurar la calidad de vida de la población”, establece el Código de Planeamiento Urbano acerca de esta área y que regula, entre otras cosas, la protección del patrimonio histórico.

Al mismo tiempo, existe otra característica de esta cuadra que no se encuentra en la Ciudad: la serenidad. “Es un lugar precioso, silencioso y muy tranquilo”, indica Fernando, encargado de la histórica librería del pasaje. En tanto, parte de esta serenidad podría darse por el poco tránsito que existe  alrededor ya que se encuentra en la zona del centro donde no se puede circular con vehículos sin autorización vigente de 11 a 16hs y por otra parte,  está prohibido estacionar.

El estilo y la ubicación se combinan para que sea un lugar ideal para el turismo. “Hay muchos extranjeros que vienen solos o en tours, ya que estamos cerca de la Avenida de Mayo, el Palacio Barolo y el pasaje La Piedad”, comenta el comerciante, que atiende clientes de múltiples nacionalidades. Asimismo, no son pocas las figuras reconocidas que escogieron vivir en esta icónica cuadra de perfecto estilismo. Exmiembros del Congreso, músicos y artistas del Teatro Colón poseen domicilio en esta original calle porteña.

En tanto, en medio de la serenidad, conviven algunos negocios históricos de la zona como la ferretería Gata y el local de Vidrierías del Centro en los que, según cuentan los vecinos, “se consigue lo que no tiene nadie”. Por otro lado también existen  algunos rubros que permanecen vigentes, otros a la vez, dejaron sus impresiones para no ser olvidados. Así, en el 134 continúa sobresaliendo el reloj de agujas del local conocido como “La Chacarita de los relojes”. En tanto, especialista en piezas antiguas, Miguel Raab arregla  relojes de no menos de 50 años de antigüedad y llegó a guardar 70 toneladas de despertadores en su depósito, que se pesaron para un registro del libro Guinness. No obstante bajó sus persianas hace ya diez años, continúa apareciendo gente por la cuadra que pregunta por el local.

Asimismo,  allí existe el Museo de la Mujer Argentina que, junto a la Librería de la Mujer, llevan adelante  presentaciones de libros o galerías de arte en la calle. A la vez, hay una imprenta, una sucursal del registro automotor, una carpintería y una casa de música, entre otros  negocios. También todos ellos cuentan con  un local mellizo enfrente.

Así, el estilo BeauxArts de la cuadra construyó  el escenario perfecto para que se filmen publicidades y ficciones. En ese sitio trascurre la escena de la película candidata al Oscar Argentina, 1985 en la que se ve al personaje del fiscal Luis Moreno Ocampo (interpretado por Peter Lanzani) corriendo por la noche cuando es perseguido por un auto. También fue locación de la serie Santa Evita (2022), que relata los eventos posteriores al fallecimiento de Eva Perón. En esas tomas se pueden observar las impresionantes entradas de mármol y el trabajo único de herrería en los balcones.

“Cuando vienen los rodajes se transforma todo y, como suelen filmar de noche, a veces se torna un poco molesto. Por ejemplo, cuando recrearon el funeral de Evita decoraron todo con velas y fotos. También le pusieron un filtro a las luces para que parezcan amarillentas y viejas, pero se lo olvidaron puesto y vivimos unos meses con menos luz”, comenta Dorina, vecina del pasaje desde el año 2017.

Actualmente, una de las tendencias que aparece mucho en el mercado de real estate es que los edificios sean de usos mixtos y para Espasandin los edificios de Rivarola son el “ejemplo pionero de esto”. Lo que hoy día  parece innovador, es una práctica constante  de las capitales europeas desde hace 100 años.

“Los edificios en París suelen dividirse en tres partes: un primer piso comercial, del segundo al cuarto serían el cuerpo típico de un edificio y generalmente en el último piso hay un desarrollo distinto”, describe el urbanista. Efectivamente, en Rivarola hay locales comerciales en la planta baja y en los pisos de arriba se mezclan consultorios, oficinas, galerías de arte y residencias. Se trata de edificios que funcionan como “ciudades de un minuto” por la variedad de unidades que los componen, lo que según el especialista permite que “siendo homogéneos, cada uno puede tener su propia identidad per se”.

En tanto el multitasking de cada edificio se parece a la de los más nuevos, por dentro conservan un origen centenario. “Siempre me gustaron los departamentos antiguos, de techos altos y ambientes amplios con piso de madera y acá, además, tiene el encanto de que está espejado”, comenta  Efraín, un vecino oriundo de la provincia de Santa Fe que quiso alquilar en el pasaje porque le encanta el espacio  y siempre soñó con comprarse un departamento allí mismo.

Por otra parte, en el interior, los edificios se encuentran  amparados por el Código de Planeamiento Urbano. Éstos poseen  protección a nivel estructural que los clasifica como “edificios de carácter singular y tipológico, que por su valor histórico, arquitectónico, urbanístico o simbólico caracterizan su entorno o califican un espacio urbano”. De acuerdo al Código, se debe proteger el exterior del edificio, su tipología, los elementos básicos que definen su forma de articulación y ocupación del espacio, permitiendo modificaciones que no alteren su volumen. “Eso quiere decir que los edificios no se pueden demoler, no debería haber modificaciones sustanciales en sus fachadas, deben conservarse los espacios comunes de cada uno -por ejemplo, hall, escaleras y ascensores- pero las unidades funcionales sí se pueden modificar internamente”, comenta Marina Vasta, Gerente Operativa de Patrimonio Arquitectónico y Urbano (APH) del gobierno de la Ciudad.